jueves, 23 de julio de 2009

Kojiki Parte III (3/9)

EL JURAMENTO

Mientras, Susano anuncia que va a despedirse de su hermana, Amaterasu, y se lanza hacia los cielos creando la confusion en toda la naturaleza.
Entonces, Amaterasu, alarmada por este alboroto, dijo: “La razon por la cual ha subido hasta aquí mi augusto hermano no procede, ciertamente, de un buen corazon. Unicamente pretende arrebatarme el territorio”. Inmediatamente, tras soltar su cabellera, la trenzo en augustos moños; y al mismo tiempo enrollo un cordon lleno de magatama, de ocho pies de largo y con quinientas joyas, en los augustos moños izquierdos y derecho, como tambien en su tocado e igualmente en sus brazos izquierdo y derecho; y tras colgar a sus espaldas un carcaj de mil flechas ademas de otro carcaj de quinientas, y tomar y ceñir asimismo a su costado un poderoso y sonoro protecor del codo, blandio su espada y sostuvo el arco, cuya parte superior temblaba, bien derecho, y golpeando con el pie, hundio el duro suelo hasta la altura de sus muslos abiertos, aplastandolo como si se tratara de nieve, y se mantuvo firme valientemente como un hombre poderoso, y en la espera le pregunto: “Por que has subido hasta aquí?”.
Los preparativos parecen anunciar una formidable batalla; sin embargo, Susano asegura que no alberga malas intenciones, y para probarlo propone a la diosa un juramento que establecera su mutua fe. Según el texto el juramento es mas bien una apuesta: un concurso de reproducción, en donde venceria aquel que diese a luz deidades masculinas, o bien, aquel que engendrase mas divinidades. Si Susano ganaba, su hermana deberia admitir la pureza de sus propositos.
Las dos divinidades, separadas por Amanogawa (El rio del Cielo), intercambian las palabras de compromiso e inician la competición. Para empezar, Amaterasu le pidio a su hermano la espada; la rompio en tres trozos, los mastico y al escupir aparecieron tres hermosas diosas. A continuación, Susano cogio las largas hileras de magatama que Amaterasu llevaba alrededor de los moños, de la frente y en los brazos, y las disperso soplando, creando de este modo cinco dioses, entre ellos aquel llamado Oshi-homimi.

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